He ahí la Palabra;
Para que se haga presente,
Rotunda y diáfana;
Como filo de perlas
Sobre fulgor de espejos.
He ahí la Palabra.
Para que sea vertida
Con rumor de cántaros
Y bulla, alegremente,
Con su vocación de ecos
Derramándose en la tolva
De los ávidos sentidos,
Celebrando en la molienda,
Su cosecha de adviento.
He ahí la Palabra;
Para que os salga al encuentro
Como festivo podenco
Cuyo trote pastueño
Disfraza su anhelo
Por rehacer senderos.
Y que relumbre en las miradas,
Cual zaguán que se abre,
Entre regueros de luces,
A los entornados aposentos.
He ahí la Palabra.
Porque, sin ella,
¿Qué sería del mundo?
De esta compartida orfebrería;
Plenitud que solo en nosotros
Se casa y recompone;
De ese liviano aleteo
De hojas estremecidas
En resonante revolera,
Acariciando el cielo.
Sería tan sólo…
Llaguear de lo etéreo,
Como venero que manara
A borbotones o río que,
En el caz silente,
Rebosara su estrecho cauce;
Sin llegar nunca a impulsar
la pala y la piedra
En la que ya no se mallará,
Cual otrora la mies en sazón,
nuestro magro cuerpo.
Huerta-Casita Azul, Agosto 2007