viernes, 18 de diciembre de 2009

En este Viernes de Diciembre





    La gata se enrosca
tortuosamente lánguida
sobre la manta; su diseño 

evoca la campiña otoñal,
entre la atalaya de Haro 

y las dehesas de Yuso.

La joven se reclina 
sobre el libro
que recoge su congoja; 

una gótica narración 
de amores, más allá
de toda
prueba, 
allende cualquier límite.
 

El día oscurece 
bajo la esperanza
de que la nieve ilumine 

la primera mañana 
de aparente liberación 
y de artificiosa jovialidad. 
  
La calle metaboliza el tráfico
cauto en estas noches de hielos;
Las luces chorrean de reflejos
las calzadas como papeles de seda
o antiguas linternas de celofán; 

al fin, como un humilde regalo, 
danzan, cual hojas de cristal
o plumas de algodón, 

los primeros copos. 
 
Nada parece tan trivial y, al tiempo,
más preñado, como lo que se avecina. 

 
Como los deseos sin reclamo
o las tenues caricias sin abrazo
que, en el
instante de ese gesto
recogido y quedo, perseverasen 
en la anual expectación por ver 
su propio ser también, cumplido.





Madrid, Diciembre de 2009.

lunes, 12 de octubre de 2009

Ofrenda



Sean como los frutos
de la estación tardía;
como las endrinas,
cerúleas y azules
o moras que esconden,
entre púas y semillas
,
su granado dulzor
.

Sean así los amores
de los veteados días;
remansos de aguas,
juncos y jaramillos
casi venciéndose
sobre los ribazos.

Sean, en fin, espejo
de los primeros
fríos; cuerpo lánguido
que busca, se rebulle
y retiene el calor
íntimo y evanescente
de ese otro cuerpo.





Huerta, Septiembre -Madrid 12 de octubre
del 2009






martes, 6 de octubre de 2009

Amigo




A Bernardo Ballester.


Entrañas de relámpago, tu voz.
Señoreando los gozos del poder.

Fulgor del cadmio iracundo;
Ocupando el sutil espacio
Entre las férreas gamas
De las tierras de Siena.

Cuídate las veladuras de la memoria,
Pues el tiempo mulle las aristas del cuerpo,
Dejando que ese instante precioso, inscrito
En tu pupila con exquisito primor,
Se vista con la altiva indiferencia.

Guárdeme, no obstante, una porción
De esa vuestra bondad esmeralda,
Que la deseo para después; para
Sumergirme en un trazo nacarado
De esa albufera que siempre añorasteis;
Arrumbada en la memoria de la posguerra, 
Arrebujada bajo la bufanda del anhelo;
Irredento, en vuestra amable rebeldía. 

Referiré de mí, 
Que aún no he rasgado
El cendal del alumbramiento; 
Ni he abierto, con doble hacha, 
La amplia y providente cabeza;
Me hundo en la inmensidad 
De una mar sin rutas; 
Boqueando bajo haces de luz 
Y límpidos reflejos de guadaña.

¿Por qué me mostrasteis 
Este caminar parejo, 
¡A mí! inútil para bocetar 
Ese laberinto de olorosos pinos 
Y dóciles naranjos
De vuestras blancas veredas, 
Orladas de mar?

¿Por qué hemos de ser expectación 
De su sonriente mirada; el mentón 
Alzado y prieto, en concentrada
Aprobación y no ser uno mismo?
Esta telaraña de emociones; este cogote
Acogedor para el amigable palmeo
Y amplio para recibir el orbe de la culpa. 

¿Remonta acaso, el río
La intrincada corriente, 
Hasta el bullente manantial, 
Oscuro y fresco, bajo el labrado 
Dintel de piedra?

¿Por qué hemos de revivir, 
Una y otra vez, 
El tajo de Héctor al pie de la almena, 
Mientras que el espejo nos inscribe,
Cada mañana, 
Un rostro ya arrasado por el tiempo?

Dime…

¿Hemos aun de acoger al viajero 
Que recibiera vuestro don hospitalario, 
Como si fuéramos un nudo más
En el diseño inextricable del extenso linaje? 
O, cual mirmidón sin tacha, 
¿He de buscar por la amplia orilla 
La inasible sombra del ausente? 
Del padre, del maestro, del amigo...

Pero tú, fiel compañero de viaje 
Por lóbregas pensiones 
Y luminosos sueños, 
Mírame con las pupilas de entonces 
Que, con su corazón, te calzaré  
Sobre la amplia colcha; 
Para soñar amalveceres.

No hace falta que te asegure, 
En este poema falto de ritmo; 
Garabateado sobre la fe 
En el doloso calendario, 
Que está todo rememorado; 
Que ya está siendo en palabras,
Con aquella fijeza
con la que el asombro
Abrió canaladuras en mi alma;
Junto a la estantería; al filo de la mesa
O al abrigo de la amplia chimenea;
Pues siento que palpita 
Para alcanzar el umbral 
Del sosiego, de esa, 
Vuestra tierna entereza.




Cantoblanco, 9 de Octubre-22 Noviembre del 2009











sábado, 29 de agosto de 2009

Inesperado






Contra un fondo desolado
que no es indiferencia ni olvido,
emerge inesperadamente el mundo.

Lo traía, sin saberlo,
en la palabra que lo nombra
y, como alada paradoja,
se hizo carne.

Lo traía en las entrañas y,
sin esperarlo,
lo presentía mientras vibraba,
hasta iniciar su canto.

Aun no sé qué hacer, pues
me viene grande
y me tira de aquí y allá,
hacia unas cosas y otras,
sin que pueda decidirme.

Así que me estoy aquí,
quedo, quedo,
pero ahora rodeado
de ecos y sombras,
de tiempos y ritmos
con una voracidad sin horizonte.


Segovia, Huerta Agosto de 2009

viernes, 28 de agosto de 2009

Desolado silencio



 



Miro hacia la nada
que refulge frente a mí
y entonces reconozco
su sonriente
rostro de espectro.

Me mira y asiento

y reconozco morucho
que no he saldado la cuenta
de todos los silencios
que hemos compartido;
con los que me has amortajado,
por los que te he herido
y con los que nos hemos amado.

Al fin, algunas hebras
trazan su camino
en el entramado del huso
y esa vibración, suspendida
por los senderos del aire
dibuja su diseño
de sargas invisibles.




Huerta, Agosto del 2009

miércoles, 26 de agosto de 2009

Implosión







Algo se diluye,
una vez
se altera la rutina 
que servía 
de centro de gravedad, 
obligada y oportuna. 

Y nos incorporamos
al reciente día 
con la hiriente pregunta 
y la insoportable certeza
de saber
 que se aproxima
esa gran extensión
de días venideros,
de tierra baldía
demandando cultivo. 

Y concibo las tareas
 como órbitas, 
girando en torno de su astro; 
los estudios, la mocedad, 
las mercancías, 
los usuales requerimientos; 
tantas cosas 
que parecen llenar 
las vacías horas 
mas, es eso, 
que parezcan. 

¿Dejaré que la vacuidad 
me inunde, 
que el sin sentido
me disperse, 
que las moléculas 
lleguen a chocar, 
cientos, miles de veces 
contra todo y todos? 

Como un cataclismo 
o una implosión 
que abra en su centro 
una leve gravedad, 
reclamando su lugar y momento, 
lo dejaré todo, sonriendo 
a quien se interponga, 
pero con firme dicción: 
¡Ya voy! ¡ahora mismo…! 

¿Buscaré el lugar de mi recreo 
donde recorrer su rostro
y explorar
 su abismada extensión 
hasta evanescerme en la nada?

Me digo 
¡sin prisa, sin urgencia, 
sin pedir o buscar! 
sencillamente atento, 
escuchando, 
aunque te repliegues, 
arrebujándote. 
Me digo 
¡Busca tu centro! 
Esa vibrante quietud 
que a todo reúne
y que permita elevarte, 
con renovada sensibilidad, 
hacia la límpida certeza. 
Me digo 
¡Cada instante 
es la ocasión luminosa 
donde redimir 
todo lo desplazado 
en ilusoria arquitectura
de este caduco mundo!

Mas, me detengo
y dudo…
¿No estaré enredándome
entre tanta palabra,
recargando la recámara
de sus esquivos sentidos?
¿No estaré emplazando
a la concurrencia? 

Cuando ahora 
únicamente
se requiere
el valor preciso 
para que impere 
el silencio




Huerta 2008-2009

Homenaje, Agustín Vento Villate (1962-2024)

  Miro la sedosa nube deshilachandose en el horizonte.  Toco la nube. Miro  al tronco nudoso remedar la traza de un cuerpo. Al tronco me uno...