¡Canta Alma!
Desgrana las cuentas;
deslía
esta labor que hilvana
nuestro afán postrero.
¡Canta!
Cómo nos acogió
este mundo,
entre mesetas y esteros;
entre aquellos
que todo lo cifran
en temer de cara al cielo,
y esos otros,
que con mismas duquelas,
hacen crecer
esperanzas en lo bello.
¡Canta!
Cómo ante mí
se yergue,
como si fuera mi espejo,
mi propio-otro
en sus pupilas,
como si fuera mi sello.
¡Canta!
De ese beber
a borbotones
de la sangre de los sueños;
manantial donde brotan
los precisos silencios
ricercando en cabotaje
por las bóvedas del cuerpo.
¡Canta!
De las plumas de los dedos,
del aliento de los ojos
y la cobija del cabello.
Y al igual
que se me enredan
las telarañas del recuerdo,
o que releo
en los adentros
los ahogados secretos
con una voluntad muda
y de camino incierto
¡Canta alma!
Con mirada lúcida
que me tome por derecho
y que me plante delante,
aquello
que ya estaba queriendo.
Madrid, Junio de 2011