Pálido fulgor temprano, velada
sinfonía opalina de tonos grises
bailando entre titilantes brillos.
Se acallan los sonidos lejanos,
mullidos por una espojosa
blancura, silueteada de pincel.
Sumergido en el festivo alborozo,
pero sin cuentas ni urgencias,
puedo correr las persianas al ocaso.
Las calles carecen de actualidad;
son estas y aquellas, al tiempo,
transitadas por cada uno y sus jirones.
Porque viaje y viajero emergen
al día, confundidos entre un trasiego
de rastros evocados y reverdecidos.
Usurero de esas ocasiones que, otrora
con vosotros compartí, sonrío a aquel
que creí ver y al que aun no se ha ido.
Blythe Rd. London. 21 de Diciembre de 2010.
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