domingo, 15 de abril de 2007

Siena



Cada tarde, cual homenaje a sus cumplidos esponsales,
La cóncava plaza recibe complacida la sutil entrega
Del ardoroso astro, encelando el curso de la torre coronada.


Dispersa y variopinta, la mocedad mariposea su lozanía
Como pichones que rimasen sus corros y gorjeos, ausentes
Al solemne son de campanas que apremian al rezo.


En tanto, la doble morada del vestigio divino exhibe su dorso,
Doblemente mortificado por el murmullo de ese fervor sin credo
Que despliega su liturgia de tangibles anhelos y ensueños.


Mas, al alzarse Sirio a su apogeo sobre poternas y almiares,
Diez sementales medirán en el anillo su galanura y presteza
Por la merced de custodiar en sus confines la virginal enseña.



Siena, Abril 2007


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