lunes, 12 de octubre de 2009

Ofrenda



Sean como los frutos
de la estación tardía;
como las endrinas,
cerúleas y azules
o moras que esconden,
entre púas y semillas
,
su granado dulzor
.

Sean así los amores
de los veteados días;
remansos de aguas,
juncos y jaramillos
casi venciéndose
sobre los ribazos.

Sean, en fin, espejo
de los primeros
fríos; cuerpo lánguido
que busca, se rebulle
y retiene el calor
íntimo y evanescente
de ese otro cuerpo.





Huerta, Septiembre -Madrid 12 de octubre
del 2009






martes, 6 de octubre de 2009

Amigo




A Bernardo Ballester.


Entrañas de relámpago, tu voz.
Señoreando los gozos del poder.

Fulgor del cadmio iracundo;
Ocupando el sutil espacio
Entre las férreas gamas
De las tierras de Siena.

Cuídate las veladuras de la memoria,
Pues el tiempo mulle las aristas del cuerpo,
Dejando que ese instante precioso, inscrito
En tu pupila con exquisito primor,
Se vista con la altiva indiferencia.

Guárdeme, no obstante, una porción
De esa vuestra bondad esmeralda,
Que la deseo para después; para
Sumergirme en un trazo nacarado
De esa albufera que siempre añorasteis;
Arrumbada en la memoria de la posguerra, 
Arrebujada bajo la bufanda del anhelo;
Irredento, en vuestra amable rebeldía. 

Referiré de mí, 
Que aún no he rasgado
El cendal del alumbramiento; 
Ni he abierto, con doble hacha, 
La amplia y providente cabeza;
Me hundo en la inmensidad 
De una mar sin rutas; 
Boqueando bajo haces de luz 
Y límpidos reflejos de guadaña.

¿Por qué me mostrasteis 
Este caminar parejo, 
¡A mí! inútil para bocetar 
Ese laberinto de olorosos pinos 
Y dóciles naranjos
De vuestras blancas veredas, 
Orladas de mar?

¿Por qué hemos de ser expectación 
De su sonriente mirada; el mentón 
Alzado y prieto, en concentrada
Aprobación y no ser uno mismo?
Esta telaraña de emociones; este cogote
Acogedor para el amigable palmeo
Y amplio para recibir el orbe de la culpa. 

¿Remonta acaso, el río
La intrincada corriente, 
Hasta el bullente manantial, 
Oscuro y fresco, bajo el labrado 
Dintel de piedra?

¿Por qué hemos de revivir, 
Una y otra vez, 
El tajo de Héctor al pie de la almena, 
Mientras que el espejo nos inscribe,
Cada mañana, 
Un rostro ya arrasado por el tiempo?

Dime…

¿Hemos aun de acoger al viajero 
Que recibiera vuestro don hospitalario, 
Como si fuéramos un nudo más
En el diseño inextricable del extenso linaje? 
O, cual mirmidón sin tacha, 
¿He de buscar por la amplia orilla 
La inasible sombra del ausente? 
Del padre, del maestro, del amigo...

Pero tú, fiel compañero de viaje 
Por lóbregas pensiones 
Y luminosos sueños, 
Mírame con las pupilas de entonces 
Que, con su corazón, te calzaré  
Sobre la amplia colcha; 
Para soñar amalveceres.

No hace falta que te asegure, 
En este poema falto de ritmo; 
Garabateado sobre la fe 
En el doloso calendario, 
Que está todo rememorado; 
Que ya está siendo en palabras,
Con aquella fijeza
con la que el asombro
Abrió canaladuras en mi alma;
Junto a la estantería; al filo de la mesa
O al abrigo de la amplia chimenea;
Pues siento que palpita 
Para alcanzar el umbral 
Del sosiego, de esa, 
Vuestra tierna entereza.




Cantoblanco, 9 de Octubre-22 Noviembre del 2009











Homenaje, Agustín Vento Villate (1962-2024)

  Miro la sedosa nube deshilachandose en el horizonte.  Toco la nube. Miro  al tronco nudoso remedar la traza de un cuerpo. Al tronco me uno...