
¿Cielo abierto o insondable Erebo?
Aquello ... lo pasado,
no termina de ser recuerdo
y me arrastra, sí, me arrastra,
en pos de lo venidero.
Renuente voltear del rostro
espiando aquel murmullo
de pasos que se alejaron
en silencio.
¡Quién fuera esbelta palma,
para ver deslizarse
la propia sombra
sobre la arena
del tiempo!
Sin un lamento,
Sin tentar las lindes
de todo orden,
y sin poder mirar
a los rostros por derecho.
Sin que se decrete
que toda ausencia,
sea inicio de otro duelo;
sin que, en lo sagrado,
nuestro destino
se teja
con los mimbres
de insensatos deseos.
Madrid, 2007-2009