Navegante que en el dorado ocaso doblas
El traicionero cabo, pon al pairo las velas
Y acalla las voces que atosigan los remos.
Pues aquí pereció Tiphys, piloto del Argos,
Por voluntad de los dioses que celos criaron
En su inmortal pecho, por los violados misterios.
Recuerda a este timonel que en el albor de los días
Trazaba la incierta ruta en pos del puerto señero;
Más ahora varado permanece, cual pecio tras la resaca.
Mudan entorno los días su tersura aterciopelada,
Rondan tibias exhalaciones otros parajes,
Calla el ave su agreste canto, como una señal más.
Y cuando tú partas, aquí quedaré, náufrago
De pasadas tormentas, mudo testigo de la vida
Que se acumula, día tras día, sobre la paciente orilla.
Isla 1980-Madrid 2007
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