lunes, 22 de julio de 2024

Corazones acariciando el aire





No había silencio 
en el poblado,
tan sólo pausas 
entre la constante
 algarabía 
de la espesura. 

Pero, he aquí
que una mañana, 
un leñador, 
ansiando algo 
con qué aliviar
su rutinaria labor, 
prestó oídos
a los golpes de su pecho
y fue marcando 
con ese pulso,
el ritmo pausado 
entre golpe y golpe.

Y en la choza cercana, 
un niño descabezó 
por fin el sueño 
sobre un resonante lecho
de tajos acompasados,
mientras su madre 
le tejía su sonrisa.

Y el trasnochador 
que la observaba,
acodando su melancolía 
al pilar de la puerta, cantó 
de las engalanadas muchachas
 regresando del río en la mañana;
de los atareados hombres
riendo junto al fuego;
de la frágil esposa
con el hatillo a la espalda.

Y cada uno tuvo una estrofa
a su propio quehacer ajustado,
y cada cual se demoraba
para mejor reconocerse en el canto

El encorvado abuelo
cargando el haz de leña,
los vocingleros zagales
con el mono saltarín,
las soñadoras jovencitas
que lanzaban la taba.

Sólo un grupo de las mujeres
seguía con su molienda,
ajenas al portento
que alumbrase aquel día. 

Pero a cada golpe 
el pesado mortero
 pasaba de mano en mano,
punteando el nuevo son
con un vaivén de hojas de palma
ceñidas a las caderas,
al tiempo que un rumor de jaguar
les nacía en en el pecho,
como una hamaca
mecida por el goce.

Y así, 
todos los corazones
acariciaron el aire.




Cantoblanco, 2007-2008

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Bailan las hojas  Bajo luces fugaces Brincan los corzos  ***** 葉は舞う 光の閃きで 鹿は跳ぶ  ***** Ha wa mau Hikari no hirameki de Shika wa tobu