
Amanece
Claridad de almíbar
barniza el lecho
Dos cuerpos reposan
cual ensortijados restos
lánguidos ramajes
orillados tras las bravías
galernas del invierno.
La luz
Se abre a la mañana
y prende de las miradas
un renovado deseo
de aquellas caricias boreales
que amortajaron el silencio.
Y, devorándose,
se escapa el sueño
por los intrincados
laberintos del aliento.
Postigos del día
sus ojos de cierzo,
nenúfar rosado
se alza en su pecho
una mar de fondo
que deslía el tiempo.