miércoles, 24 de julio de 2024

Deseo




Amanece

Claridad de almíbar
barniza el lecho

Dos cuerpos reposan
cual ensortijados restos
lánguidos ramajes
orillados tras las bravías
galernas del invierno.

La luz
Se abre a la mañana
y prende de las miradas
un renovado deseo
de aquellas caricias boreales
que amortajaron el silencio.

Y, devorándose,
se escapa el sueño
por los intrincados
laberintos del aliento.

Postigos del día
sus ojos de cierzo,
nenúfar rosado
se alza en su pecho
una mar de fondo
que deslía el tiempo.







lunes, 22 de julio de 2024

Corazones acariciando el aire





No había silencio 
en el poblado,
tan sólo pausas 
entre la constante
 algarabía 
de la espesura. 

Pero, he aquí
que una mañana, 
un leñador, 
ansiando algo 
con qué aliviar
su rutinaria labor, 
prestó oídos
a los golpes de su pecho
y fue marcando 
con ese pulso,
el ritmo pausado 
entre golpe y golpe.

Y en la choza cercana, 
un niño descabezó 
por fin el sueño 
sobre un resonante lecho
de tajos acompasados,
mientras su madre 
le tejía su sonrisa.

Y el trasnochador 
que la observaba,
acodando su melancolía 
al pilar de la puerta, cantó 
de las engalanadas muchachas
 regresando del río en la mañana;
de los atareados hombres
riendo junto al fuego;
de la frágil esposa
con el hatillo a la espalda.

Y cada uno tuvo una estrofa
a su propio quehacer ajustado,
y cada cual se demoraba
para mejor reconocerse en el canto

El encorvado abuelo
cargando el haz de leña,
los vocingleros zagales
con el mono saltarín,
las soñadoras jovencitas
que lanzaban la taba.

Sólo un grupo de las mujeres
seguía con su molienda,
ajenas al portento
que alumbrase aquel día. 

Pero a cada golpe 
el pesado mortero
 pasaba de mano en mano,
punteando el nuevo son
con un vaivén de hojas de palma
ceñidas a las caderas,
al tiempo que un rumor de jaguar
les nacía en en el pecho,
como una hamaca
mecida por el goce.

Y así, 
todos los corazones
acariciaron el aire.




Cantoblanco, 2007-2008

jueves, 18 de julio de 2024

Estela de Tiphys




Navegante que en el dorado ocaso doblas
el traicionero cabo, pon al pairo las velas,
y acalla las voces que atosigan al remo.

Pues aquí pereció Tiphys, piloto del Argos,
por decreto de dioses que celos criaron
en su inmortal pecho ante mi orgullosa destreza.  
 
Recuerda al timonel que, en el albor de los días,
trazó la incierta ruta de un puerto señero
mas ahora yace varado, cual pecio, tras un temporal.

Mudarán los días su tersura aterciopelada,
rondarán tibias exhalaciones otros ropajes,
callará el agreste canto, como una señal más

Y a tu partida aquí quedaré, náufrago
de pasadas tormentas, mudo testigo de la vida
que se acumula, día tras día, en la paciente orilla.




Isla 1980-Madrid 2007

domingo, 7 de julio de 2024

Fulgor de Espejos





He ahí la Palabra, 
rotunda y diáfana
como filo de perlas
sobre fulgor de espejos.

He ahí la Palabra. 

Acudid a su encuentro
cual festivo podenco
cuyo trote pastueño
disfraza su anhelo
por reemprender senderos.

He ahí la Palabra. 

Que se vierta en la tolva
de los ávidos sentidos,
celebrando en la molienda
su cosecha de adviento. 

Que, con rumor de cántaros,
cumpla alegremente
su vocación de ecos, 
Y que relumbre en las miradas
 cuan zaguanes que se abren,   
entre un reguero de luces, 
a los entornados aposentos. 

He ahí la Palabra.

Porque ¿sin ella?
¿Qué sería del mundo?

De esta compartida 
orfebrería, plenitud 
que sólo en nosotros
se casa y recompone. 

De ese liviano aleteo
de hojas estremecidas
en resonante revolera,
hasta acariciar el cielo.

Sería tan sólo…

un llaguear de lo etéreo, 
venero que a borbotones 
manara  o río que, 
en el caz silente,
rebosara su cauce estrecho
y que ya nunca impulsaría
a la pala y la piedra
en la que otrora se mallara
la mies en sazón
de nuestro magro cuerpo. 




Huerta-Casita Azul, Agosto 2007




jOSEIN

José Vento Ruiz, 3 Julio 1925 – 16 Marzo 2005 Sit tibi terra levis T endido sobre los botalones,  d esmadejado  y un punto ausente,  ...