
Mi madre es una constelación
que he aprendido a observar y a cuidar.
Las emociones habitan su rostro
Y cuando se ilumina
Me deslumbran destellos de patena.
que he aprendido a observar y a cuidar.
Las emociones habitan su rostro
Y cuando se ilumina
Me deslumbran destellos de patena.
Otras, aguaceros
y nubes plomizas,
A veces me la ocultan,
Y, entonces, siento
cuánto más la preciso.
y nubes plomizas,
A veces me la ocultan,
Y, entonces, siento
cuánto más la preciso.
Aprendí a seguir
Su diaria rutina
De atropellados dones
Su diaria rutina
De atropellados dones
y atender al sutil arco
dibujado entre sus cejas.
dibujado entre sus cejas.
También, he de evitar
con tiento las estancias
cuando espejean
Su laborioso destello,
con tiento las estancias
cuando espejean
Su laborioso destello,
en las que
Se enreda entre ingratas
Gavillas de tareas cotidianas.
Es entonces cuando,
desde mis felices rincones
La asalto, hasta arrancarle
esas risas que iluminan
el atardecer de nácar.
Aunque en clase nos ilustren
Con fotos y cuadernillos,
Yo sé de mi madre en todas su fases.
Pues ella es la única constelación
Que en mí dispone
De su propio planetario.
Con fotos y cuadernillos,
Yo sé de mi madre en todas su fases.
Pues ella es la única constelación
Que en mí dispone
De su propio planetario.
Cantoblanco, Mayo-Junio del 2008