jueves, 29 de mayo de 2008

Redacción





Mi madre es una constelación 
que he aprendido a observar y a cuidar. 



Las emociones habitan su rostro
Y cuando se ilumina
Me deslumbran destellos de patena.

Otras, aguaceros 
y nubes plomizas,
A veces me la ocultan,
Y, entonces, siento 

cuánto más la preciso. 
Aprendí a seguir
Su diaria rutina

De atropellados dones
y atender al sutil arco 
dibujado entre sus cejas.

También, he de evitar 
con tiento las estancias 
cuando espejean
Su laborioso
destello,
O aquellas tardes 
en las que su humor
Se enreda entre ingratas
Gavillas de tareas cotidianas.

Es entonces cuando, 
desde mis felices rincones
La asalto, hasta arrancarle 

esas risas que iluminan 
el atardecer de nácar. 
 Aunque en clase nos ilustren
Con fotos y cuadernillos,

Yo sé de mi madre en todas su fases.


Pues ella es la única constelación
Que en mí dispone
De su propio planetario.





Cantoblanco, Mayo-Junio del 2008

1 comentario:

  1. Que maravilla Nacho. Ya ves, te he encontrado por pura casualidad y te estoy leyendo.

    Estoy impresionada.

    Un abrazazo.

    Tere.

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