Madrid, Agosto de 1924 - Castellón, Abril de 2010
Sea, para ti, liviana la tierra...
Cada despertar,
como un presente:
por la asombrosa claridad
que aun extraen de la vida tus ojos;
por el latido y hasta
por el suspiro con que recibes
la tenue caricia del espejo.
¡Un día más! que prolonga
su sombra malva
sobre la colcha,
como una revelación
de esperanza
donde asirse.
Y, a pesar del silencio,
amortiguado por el rumiar
de tus pensamientos
que escarban raíces
en el humus de los tiempos,
recoges los retazos
de la espesa noche
y te consagras a la pulcritud
de tu enjuto cuerpo.
Sabes que las sombras
te acechan, encogiéndote el aliento,
pero siempre guardas
una sonrisa de repostería
con la que regalar cada encuentro.
¡Un día entero!
de querencias cotidianas
y de infantiles sorpresas.
Una extensión más
de tareas espartanas
y palabras sembradas
a expensas del sueño.
Un día cualquiera,
de blusas coloridas
de ansias de sol y de lilas;
para deambular
entre acalladas quejas,
murmuradas cual sortilegios
contra la oscuridad y el miedo.
Y ya cae la noche,
y tiendes el mantel
sobre la mesa con unción ritual,
con el placer y la esperanza
de haber sumado, felizmente,
otra nueva jornada
al resto de esta parca vida.
Madrid, 2007-2010
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