Tal vez sea Destino
Esta querencia
Que al calor
De los cuerpos
Nos encadena.
Tal vez,
Entre la antigua sangre
Y el mórbido cieno
Que nos ha forjado,
Un amanecido pecho se abra.
Aun hay brotes
Que tan sólo despiertan
En el seno de un ribazo
Y el su florecer dibujan
La osadía de unos labios.
Aun hay mares
Que excavan,
Con infatigable asedio,
Umbrosos regazos
En la agreste costa.
Madrid, 1983
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