Cabalga sobre
la espuma de los días,
que te estremezcan
las disonancias de Miles
que Cocteau diseñe tu figurín
Cruza el puente de las Artes
y la corriente encarnada
hacia el templo de la Patafísica
y un instante, concédete
un instante de vértigo,
un pálpito de ser o no ser.
Renueva el orden velado
de los pasos conocidos
hasta el redondo
y minúsculo velador
medio oculto bajo
su bolsón de zíngara.
¿No sientes que la primavera
quisiera romper a llorar?
¿No oíste que ya ofrecen Ghiocel
en Chez Julien y en du Barres?
Camina sobre la línea
del destino, bajo el umbral
cuyo vacío especular
retorna para devorarte
cual indescifrable laberinto.
Vive fuera de tí,
siendo ese otro propio
que se mira y se oye
en las verdades proferidas
como sementera
que se aventase a la cara.
Ayer fuiste un transeúnte
que caminaba
bajo primorosas galerías,
Pero hoy acaricias los lomos
erótizados de los libros de lance
y envidias a la gárgola
que puede seguir su rastro
y al mozo que ahora se inclina
sobre la minúscula mesa
para servir su minúsculo café.
Ay, quién no quisiera
conseguir el ensalmo
que se esconde
tras la amplitud de su sonrisa.
Y suplica, eleva los brazos
y suplica
Ojalá pudiera adentrarme
en sus sueños
y acompañarla
a través de la madriguera
del conejo blanco.
Madrid a 3 de Mayo del 2013
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